¡Tenemos que salvar al Cádiz!

¡Tenemos que salvar al Cádiz!

Confieso que cuando arrancó el nuevo Cádiz de Arturo Baldasano fui de los que dije que su proyecto tenía buena pinta. Habían venido jugadores solventes y el entrenador, Mariano García Remón era de categoría. Baldasano llegó a decir que el Submarino Amarillo era el equipo a batir. Pero algo comenzó a torcerse. Empezaron a filtrarse y airearse desavenencias con Antonio Muñoz sobre las cuentas, la manera de abonar la propiedad del club, jugadores mosqueados porque los que habían venido cobraban más que los de 'toda la vida'... si todo esto lo mezclamos en una coctelera con la habitual desunión de la clase política y la prensa, más pendientes del figuereo y de que en los foros hablen bien de ellos que de la parcela deportiva, damos con un cóctel venenoso, dañino, mortal. Este Cádiz se ha convertido en el Zaragoza de Segunda. Y no seré yo quien les recuerde donde ha terminado el equipo maño, plagado de acaudaladas estrellas. ¡En el hoyo!

No es normal que un equipo tenga cuatro entrenadores en una misma temporada. Tampoco, que los medios de comunicación se saquen los ojos entre si y fustiguen a una entidad que se desangra. La soledad de Muñoz es terrible. Y si el Cádiz se hunde, nosotros nos hundimos. ¿O ya no recuerdan lo que es pasar nueve penosos, terribles e interminables años en Segunda B y a punto de quebrar. Si el Cádiz se despedaza, ¿de quien rajarán entonces? ¡Hay que salvar al Cádiz! Posiblemente de los políticos. Posiblemente, de la prensa. Posiblemente... ¡País!