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Gobi: la geografía indomable

Mientras en el resto del mundo, conmocionan las imágenes del devastador terremoto que ha provocado en China más de 40.000 muertos, y que posiblemente sean más de 60.000, atravieso en moto el desierto de Gobi, uno de los mayores de Asia, con una mezcla de estupor y felicidad. Felicidad por la plenitud que brinda este tipo de viajes. Por el paisaje, las vivencias y los recuerdos que van naciendo tras nuestras rodadas. Estupor porque caminamos con la lenta cadencia de los camellos bactrianos. Llevamos 2.000 kms. recorridos en jornadas de más de diez horas desde que salimos de Pekín, con nuestras potentes BMW que son lo más parecido a este animal que era el más utilizado para recorrer un paisaje de leyenda que me trae ecos de aquel espía británico del siglo XIX cuyos pasos hemos decidido seguir. Igual que él, nos acomodamos a las circunstancias del terreno, ya sean meteorológicas o políticas.

Ayer un teniente del ejército chino nos cerró el paso de la ruta norte porque era zona militar, así que nos hemos dirigido al sur dando un gran rodeo para ir a parar a la Ruta de la Seda, desde donde escribo estas líneas. Pero amén de estas contingencias vivimos otras producto de lo que un geógrafo calificó como "geografía indomable". Según esta teoría en esta tierra de abrumadores contrastes se encuentran las montañas más altas, los valles más profundos, depresiones, ríos y desiertos; es decir: la Tierra que no podremos nunca domar. Y si no que se lo pregunten a esta pobre gente que se ha quedado sin nada simplemente porque el empuje de la placa tectónica india ha decidido incordiar un poco. Un pequeño empujón absolutamente minúsculo en términos geológicos, pero catastrófico en nuestra medida humana. En eso estaba pensando al llegar a esta ciudad que está en alerta máxima por previsión de terremotos en los próximos tres días. Nunca he vivido ninguno y creo que, por lo que respecta a emociones fuertes, es de las pocas que me quedan y teniendo en cuenta que después de dos días de dormir encima de dunas me han dado una habitación en la planta 10 de un hotel, espero que, al menos por hoy, nos respete el dichoso terremoto.

Me perdonarán si prefiero contarles la geografía indomable desde el otro lado, desde la grandiosidad de un desierto que conmueve por sus dimensiones y belleza. Aunque hasta aquí también ha llegado el desarrollismo gigantesco de China. Hemos pasado por ciudades que parecen extraídas de una película de ciencia ficción. Pero, en definitiva, hasta ahora el viaje está resultando como deben ser los verdaderos viajes: bello de paisaje, repleto de emociones, conocimientos y aventuras y plagado de incertidumbre. No se cómo llegaremos a Kashgar al final de nuestro periplo (la primera parte, porque luego quedará la segunda aún más interesante) pero por lo visto y lo vivido hasta hora, merece la pena.

Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'