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Se agradece que no sea un pitbull

Una temporada, un título, una buena impresión. Serviría como burofax para testimoniar el primer año de Wesley Sneijder en España. Un año que convalida por cuatro en Holanda, país de exquisito gusto por el fútbol, cuya calidad es infinitamente superior a su población, pero con una Liga doméstica todavía menor. A Sneijder le ha ido bien sin presumir, que diría Luis Aragonés. Ocho goles (doce menos que en su última temporada en el Ajax) y seis asistencias en curso capicúa: comenzó y acabó bien. Los trazos grises aparecieron en el ecuador, coincidiendo con una lesión y cierto apagón físico, especialmente acusado por un jugador tan explosivo, rapidísimo en distancias cortas. Pitbull trajo como alias de Amsterdam, pero no es de esa raza.

No es el nuevo Davids, que le aventajó en músculo, motor y quite durante sus mejores años en la Juventus, pero Sneijder tiene dos piernas (el ex del Barça siempre estuvo a expensas de su izquierda), mejor disparo, más llegada, más precisión en las jugadas enlatadas y un último pase con más veneno. Está más cerca de su admirado Iniesta que de su compatriota. El pronóstico es que irá a más cuanto mejor conozca el país y la competición y cuanto más se acerque a la madurez deportiva. También le ayudará una buena Eurocopa, para la que le apuntó ayer Van Basten, en esa búsqueda de la regularidad, la única asignatura que deja para el próximo septiembre. Cruyff le desaconsejó para el Barça y él está empeñado en hacerle quedar mal.