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Todo iba conforme a lo planeado...

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Estaba siendo como se había planeado: ganaba el Liverpool 1-0 como los otros dos partidos de semifinales de Champions en Anfield. Los de Benítez mantenían su acto de fe hacia el entrenador: algunos jugarían de otro modo, otros lo harían en otra posición, pero a la hora de la verdad se descubren acérrimos seguidores del estilo que propone el preparador. Salía todo como se había estudiado: el planteamiento conseguía 'lo de siempre' (líneas juntas, control del partido, aprovechar alguna ocasión) y lo de siempre es lo más difícil de obtener.

Le debió gustar a Benítez que Torres no se intimidara ante Terry, que Mascherano buscara la tarjeta de todos los que iban de azul, que Xabi Alonso pusiera el pie sin miedo. De hecho, fue el mejor de su equipo. Le dio el ritmo, el pase largo y el corto, la lucha. Fue una falta que sacó él la que empezó la jugada del primer gol, fue el vasco el que puso la presión a Lampard que perdió el balón y fue Xabi de nuevo el que volvió a dar sentido a la jugada con un taconazo que Mascherano convirtió en un mixto afortunado que acabó a los pies de Kuyt. Todo estaba para celebrar otra buena noche. Y surgió lo incontrolable: un error. Y también eso es fútbol.