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Mandaron los holandeses, pero...

Con un Madrid timorato y remolón, la noche pintaba mal. Nadie tomaba el mando. Guti no aparecía y el Mallorca se crecía más y más. Los únicos atisbos de peligro llegaban con Robben y Sneijder. Los holandeses estaban con ganas. Lo malo es que pocas veces encontraban respuestas a sus pases en los delanteros. No era la noche de Raúl e Higuaín. Fundamental fue que Schuster ordenara el cambio de banda de Robben porque ese flanco derecho estaba desaprovechado. Por ahí llegó el primer gol con algo de fortuna en el rechace, pero tras jugadón del extremo. Schuster sabía de sobra lo que hacía cuando relegó al banquillo a Robinho.

Pero el técnico alemán decidió dar emoción al partido y, coincidiendo con la injusta expulsión de Sergio Ramos, se dio el lujo de colocar a Diarra cinco minutos de lateral derecho. Ahí el Mallorca aprovechó para acogotar al líder, empatar y venirse arriba. Entre frivolidades del banquillo y otras más de algunos jugadores que sólo sabían protestar, la fantástica jugada de Robben y las ganas de Sneijder se quedaron en nada. Y eso que Robben no dejó de intentarlo en ningún momento del encuentro. Lo de ayer demuestra que el líder tiene la gasolina justita para llegar al final de la Liga. O Schuster saca de la chistera algo nuevo en lo que queda, y no lo digo porque descubra una nueva posición para Diarra, o lo acabarán pasando mal en el final del campeonato, pese a los holandeses.