Rehabilitar a Bonatti es innecesario
El 31 de julio de 1954 la cumbre del K2 (8.611 metros), la segunda montaña más alta de la Tierra y probablemente la más difícil y prestigiosa, cedía ante el empuje de un grupo de italianos. Lo lograron dos fuertes y experimentados guías: Lino Lacedelli y Aquille Compagnoni. Era el triunfo de un equipo en el que toda Italia, tras la II Guerra Mundial, había depositado sus esperanzas. Poco después comenzaron a circular rumores poniendo en duda la aportación de un joven alpinista, Walter Bonatti, en la consecución de la cima. Bonatti y un porteador, Mahdi, habían porteado las botellas de oxígeno que al día siguiente usarían Lacedelli y Compagnoni. El 30 de julio, casi anocheciendo, los dos hombres cargados con las imprescindibles botellas llegaron a 8.150 metros, cerca de la tienda de Lacedelli y Compagnoni. No podían regresar al campamento inferior en la oscuridad sin arriesgarse a un accidente. Dieron voces y oyeron a uno de sus compañeros que les decía que dejasen las botellas y regresasen. Fueron abandonados a su suerte y pasaron una noche al raso en condiciones terribles.
El éxito silenció el episodio, aunque Bonatti siempre insistió en que Lacedelli y Compagnoni les habían oído y no les habían auxiliado para no poner en peligro el ataque a la cumbre. Sobre Bonatti se vertieron duras acusaciones, desde que era un inmaduro y un incompetente hasta que había consumido parte del oxígeno y por ello a los dos vencedores se les había acabado antes de llegar a la cima, aunque ni siquiera llevaba las mascarillas de oxígeno necesarias. Bonatti contestó con las palabras y los hechos: las hazañas que llevó a cabo entre 1955 y 1965 le convirtieron en uno de los más grandes de todos los tiempos, si no en el más grande; en el eslabón imprescindible para comprender el alpinismo actual.
El aparato del Club Alpino Italiano (CAI), y algunos compañeros de expedición, siguieron vertiendo infamia sobre el alpinista más íntegro que jamás he conocido. Bonatti escribió cuatro libros sobre el caso del K2 y, finalmente, como él dijo una vez, "el tiempo siempre premia la razón y la lógica". Hace dos años, en el cincuenta aniversario de la ascensión, su versión fue aceptada por el CAI aunque la comunidad alpinística mundial siempre le ha apoyado. Entre ella, un servidor, que se precia de ser amigo de este hombre que es un ejemplo de coherencia y honestidad. Ahora el CAI, con muchos años de retraso, no ha tenido más remedio que rehabilitar su figura. Ayer Bonatti, (que ha estado en Madrid para recoger el premio 2008 de la Sociedad Geográfica Española) me decía con ironía y una alegría juvenil desbordante, que no necesitaba ser rehabilitado porque jamás fue culpable de nada. Simplemente, se ha hecho justicia histórica.
Sebastián Álvaro es director del programa Al Filo de lo Imposible de TVE.