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Diego pasa la ITV del Bernabéu

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Diego fue pareja de hecho en el Santos con Robinho. Dúo dinámico que alertó a media Europa del nivelazo de estos dos meninos capaces de hacer en cada partido un homenaje al buen fútbol. Florentino cazó al segundo y Calderón puede recuperar esa dupla mágica si consigue satisfacer a Schuster. Me refiero al alemán porque AS pudo constatar en primera persona, tras el Madrid-Werder de Champions, que está enamorado del fútbol de autor, del crack mediático del equipo de Bremen. Fue nombrarle a Schuster la palabra Diego y romperse ese hielo que tiene ahora secuestrado al mister en un extravagante silencio que jamás comprenderé.

Diego demostró en el Bernabéu ser jugador grande, en campo grande, en partido grande. Hay peloteros que lucen sólo en la PlayStation o cuando el rival es el Olympiacos o el Rosenborg. Los buenos lucen en Las Ventas o La Maestranza. Diego devoró ese día a Gago, volvió loca a la zaga y cada pase entre líneas era una carta de amor hacia el gol. Jugadorazo, 23 añitos y gritando con su boquita de samba "cómeme...". El Madrid no puede experimentar porque la excelencia prometida pasa por fichar excelencia con currículo.

Diego pasa el corte. Titular con Brasil, enamora al entrenador, apretaría al vitalicio Guti y es jugón, al gusto del mejor estadio del mundo. Para traer un conejillo de Indias, prefiero rescatar del Eurogetafe a Granero y De la Red, dos joyas made in Valdebebas. Pero Diego sería una buena apuesta. Joven, madridista confeso (me consta que al Werder le ha dicho que al Bernabéu o nada, ¡ahí queda eso!) y talentoso. Lo siento por mis colegas del Atlético, pero es que cuando un jugador extranjero cruza los Pirineos lo tiene claro: "Del Madrid al cielo". Ahora la palabra la tiene Mijatovic. ¡Fíchalo, fíchalo!