Son malos y con Agüero, vengativos
Siempre es fascinante imaginar cómo son esos territorios fantásticos cuya existencia es una leyenda. La Atlántida, Eldorado, la juventud de ciertos profesores, la sensatez en los enfados de las novias (novios, dirán ellas con razón) y el cerebro de los árbitros. Por desgracia, mientras las cuatro primeras generan fantasías divertidas, la última sólo alberga oscuridad y rencor. A menudo se disfrazan de malos torpes y obtusos, al estilo Pierre Nodoyuna, pero en realidad son tenebrosos como Voldemort o Saurón. La fría persecución a Agüero así lo demuestra.
Sí, Kun metió un gol con la mano. Sí, está mal. Sí, merecía un castigo. Punto. Ya ha pagado. Después de aquello, Messi marcó con la mano y Sergio Ramos también probó. Ninguno ha sufrido represalias. Pero Agüero sigue purgando su culpa con expulsiones y patadas. Es imposible que Ramírez Domínguez no viera el penalti de Paredes, el plantillazo de Juanfran y una increíble jugada en la frontal en la que le hicieron cuatro faltas y no pitó ninguna. Claro que las vio. Pero también vio quién era la víctima y decidió pasar. Sí, lo decidió, no fue torpeza, fue venganza. Y no es cuestión de colores: si es Forlán, pita sin titubear. Han pasado 17 meses de la mano y todo sigue igual. Paga Kun, paga el Atleti y paga el fútbol. Ellos, tan orgullosos. Qué pena.