El Atlético perdonó demasiado
El Atlético recuperó su mejor cara en Zaragoza, por lo menos en algunas fases del partido, pero no le sirvió para nada. Se adelantó en el marcador con un golazo de Simao, hizo una magnífica primera media hora, tuvo el partido en sus manos, pero dejó vivo al Zaragoza. Demasiado vivo, sobre todo gracias a que Pablo, gafado toda la temporada, regaló el empate con un despeje de la casa, de esos que tanto prodiga y que tanto desesperan a los atléticos. Por el error del central se le empezaron a escapar los tres puntos al Atlético. El Zaragoza se encontró en el descanso con un empate que no merecía y con todas las opciones de darle la vuelta al partido. Y el Atlético ayudó a la reacción del equipo de Villanova echándose atrás y cediendo el control del balón.
Cuando el Zaragoza se puso por delante en el marcador, el Atlético volvió a la carga y entonces demostró todo el potencial que tiene arriba. Forlán falló un increíble mano a mano con César. El Kun apareció y sembró el pánico. En ese cuarto de hora final, con el equipo lanzado, al Atlético le falló la pegada. Pero murió arriba, en la portería de César, también magnífico, peleando por el empate con furia y con juego. No llegó. Mala suerte. Pero el Atlético ya ha salido del bache en el que estaba antes del partido con el Barça. Ahora ha recuperado la actitud y la fe. Sigue jugando a ráfagas, pero su ataque es temible. Y puede seguir soñando hasta final de temporada con colarse en la Champions. Cayó en Zaragoza, vale, pero con la cabeza alta. Y mereció más.