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Pagar la hipoteca de Piterman

Según se acerca el final de la temporada asistimos al clásico panorama de nerviosismo generalizado, con clubes en efervescencia porque ven cerca el triunfo en forma de ascenso y otros en plena depresión ya que temen resbalar hacia Segunda B. Josu Uribe ha sido absorbido por ese tornado emocional y ya ocupa el triste honor de ser el décimo entrenador destituido esta temporada.

Al Deportivo Alavés le ha pesado -y le sigue pesando- la resaca de la gestión de Piterman y esa hipoteca ha influido en la salida del equipo del entrenador asturiano. Por un lado ha condicionado el rendimiento deportivo por no haber dinero para fichajes y esa misma falta de liquidez es la que quizá ha frenado en algún otro momento la destitución de Uribe, en situación precaria en las últimas jornadas.

Después de ganarse un merecido prestigio como técnico, alcanzó su cénit con el ascenso a Primera del Getafe. Desde ahí su trayectoria ha sido descendente y no cumplió con lo esperado en dos clubes con fama de devorar ilusiones como son Elche y Hércules. Uribe sabía que entrenar en Vitoria era un regalo envenenado, pero lo afrontó como reto personal. Quizá por eso haya salido tan dolido de Mendizorroza, donde su sustituto tendrá que estar preparado para hacer equilibrios en la cuerda floja.