No corren buenos tiempos en el Real Betis y se hace muy complicado confiar en que este equipo pueda derrotar hoy al Real Madrid. Y mucho menos si quien viene a repartir justicia es el colegiado Undiano Mallenco, que presenta las credenciales perfectas para dedicarle el Trofeo Bernabéu del próximo verano. Pero la historia del Betis está llena de capítulos como el que hoy espera repetir, golpes de timón que le hicieron levantar cuando había quien no creía en él. Uno se acuerda del gol de Capi en aquel 3-1, el 2-1 de Ito en tiempo de descuento, el 3-2 de Vidakovic en medio del éxtasis después de una galopada sin precedentes.

Ni mucho menos el efecto Paco Chaparro debe esfumarse, como le ocurrió al otrora inquilino en el banquillo verdiblanco Luis Fernández, justo ahora hace un año. Hay mejor plantilla, pero también es cierto que la lucha por la zona baja de la tabla de clasificación es esta temporada mucho más exigente. Es el tercer año con complicaciones por estar en la misma situación y hay quien puede estar cansado y pensando que las cosas van a estar mal de aquí a finales de esta temporada. Pero existen dos formas de afrontar esta situación: arrojar la toalla definitivamente o permanecer sufriendo con el equipo hasta el final. Vivimos momentos difíciles de agarrarse a cualquier cosa para seguir confiando en que pronto vendrán tiempos mejores. Hay razones para creer, porque no existen otros mundos, y sí otros ojos.