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Un título puro de baloncesto

Hay dos familias de títulos en el baloncesto español. O dos dinastías, Austrias y Borbones. Me refiero a los títulos del fútbol (los que ganan Real Madrid o Barcelona) y los que conquistan los clubes específicos de basket. El de ayer, e incluso la final de ayer, fue de los segundos. Y permítanme que yo les atribuya doble mérito a quienes lo han conseguido. Soy el primero en reconocer el beneficio impagable que le aportan Madrid y Barça al deporte de la canasta. No soy tan cretino como para menospreciar eso. Pero considero, a la vez, que el boom del baloncesto español llegó cuando los restantes equipos lograron ponerse al mismo nivel, incluso arrebatarles trofeos. Esa es la explicación de que España sea campeona mundial en baloncesto y acumule éxitos internacionales tanto en selecciones como en competiciones de club. Dos colosos hicieron cumbre y un pelotón de modestos siguieron su vía.

Naturalmente, la joya badalonesa tiene orfebres muy definidos. Jordi Villacampa en la presidencia del club, Aíto como entrenador y jugadores de la cantera convertidos en estrellas. La palabra que les amalgama es compromiso. Rudy Fernández ha aplazado su viaje a la NBA porque quería darle títulos a la Penya. Ricky Rubio, el nuevo John Stockton, asume bien su dualidad de genio deportivo y muchacho normal. Y Aíto le dijo no al Real Madrid porque en Badalona le dieron lo que pedía: continuidad en el nivel de la plantilla. Su pago es una obra magna.