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Capello es el cantoso, no Beckham

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Tengo un hijo casi en edad de jugar con Inglaterra (salvo que antes lo llame Luis, que todo puede ser) a quien el peor castigo que puedo imponerle es justo lo que Capello ha vetado en las concentraciones: el móvil, la Play, el iPod y los amigos. "En Soto del Real creo que están mejor", me dijo un día que se lo quité todo de golpe porque no me quedó más remedio. Después de un par de horas tuve que devolvérselo por entregas porque es insoportable todo lo que puede molestar cuando le privas de sus artilugios. Así fue como entendí que los colegios son el mejor invento de la historia.

P ero más que quedarme en la anécdota, prefiero entender las razones por las que Capello quiere ser el muerto en el entierro, la novia en la boda y el niño en el bautizo: porque le gusta dar el cante. Por eso cuando él está en el banquillo el espectáculo no sólo está en el terreno de juego, sino también en las bandas. Se levanta, hace aspavientos, grita, salta, corre y hasta hace cortes de mangas. Es un cantoso, vaya. Lo contrario que Beckham que, pese a sus tatus y a su corte de pelo, se resigna a la grada y responde a las ofensas como un caballero. Y es que las apariencias engañan.