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Del abrazo de Eller y de Maniche

Si le das un abrazo a un delantero dentro del área y le volteas como si le hicieras una llave de judo, te pueden pitar penalti. Aguirre se lo podría explicar a Eller y a lo mejor a estas horas el Atlético tenía un par de puntos más. De paso Aguirre le podría preguntar a García Pitarch, o a quien corresponda, ¿por qué ficharon a Eller? No estaría de más que nos explicaran otra vez las razones por las que no se pudo arreglar el caso Maniche. Y ya sé que esto es como mentar la bicha, pero si no se habían dado cuenta todavía el Atlético no levanta cabeza desde que se marchó el portugués. Ya sé, ya sé eso de su actitud, su desafío al técnico y tal, pero hasta que se fue había sido titular indiscutible. Maniche estaba cuajando su mejor temporada en el Atlético y empezaba a formar una pareja excepcional con Raúl García. Las dotes psicológicas de Aguirre, de las que no dudo, no sirvieron para arreglar las cosas, ni para impedir que se marchara en el peor momento.

Y encima sin recambio, porque el bueno de Motta necesita más tiempo y es un buen jugador, pero muy distinto y con menos recorrido. Ahora nos acordamos de Riquelme y de aquella teoría de que en este equipo no tenía sitio. ¡Vaya vista! Este Atlético se deshilacha a pasos agigantados y hasta el Murcia, que lucha para no descender, le pone en apuros. Y lo peor, y no es que hoy esté especialmente pesimista, está por llegar. Si el Kun se pasa mucho tiempo fuera del equipo, cuando vuelva la Champions será un sueño imposible.