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El mejor gestor de la Quinta

Nadie tiene derecho a darle un no al Madrid. Si a mí me llaman hoy, voy ayer", le dijo Beenhakker a AS hace menos de dos años. Y es que el holandés ha entrenado en siete países del mundo (lo que le ha dado para hablar seis idiomas) y a diecisiete equipos distintos. Pero en ningún otro lado ganó tanto como en el Madrid. Fue un buen gestor de tres herencias: la mejor camada de jóvenes que dio el club (la Quinta del Buitre), el buen ojo para fichar del primer Mendoza (Hugo Sánchez, Maceda, Gordillo, Buyo...) y la cordialidad en el vestuario que dejó Molowny.

Luego la marea mediática le desbordó. Conocía el juego y conocía la Liga (había entrenado cuatro temporadas al Zaragoza), pero le superó la presión atmosférica del entorno, el más holandés de nuestros sustantivos. Y así, entre cigarro y cigarro, fue perdiendo el buen humor sin perder una Liga. Su acento áspero dio para buenas imitaciones en la Ciudad Deportiva, algunas aplaudidas por él mismo, antes de que le aplastara la urgencia histórica de la séptima Copa de Europa. Se fue con un doblete y regresó dos años después para relevar a Antic, al que despidieron líder porque en el Bernabéu siempre importó el cómo. Fue una operación mal parida por Mendoza, que le vistió de director deportivo cuando le quería como entrenador en la sala de espera. La cosa acabó en el primer desastre de Tenerife, pero el Madrid (del que El Buitre le informa con puntualidad) le tendrá siempre en su cuadro de honor.