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Las grandes fábulas geológicas

Como todo el mundo ya ha escrito sobre el derbi, y además uno es un caballero que tiene amigos atléticos, hoy les hablaré de fábulas y ríos. La Madre Naturaleza, además de belleza, es también fuente de sabiduría. O al menos de consuelo en tiempos de tribulación, como por ejemplo los que está viviendo en estos momentos el alcalde Gallardón. Me ha hecho pensar en ello la lectura de una noticia sobre la reciente publicación de un estudio científico en la revista de la Sociedad Geológica de América referente al río Yarlung Tsangpó y el gigantesco cañón que ha tallado a lo largo de millones de años para abrirse paso a través de la cordillera del Himalaya. La expedición que realicé a ese lugar es imposible que se me olvide por muchos años. Cuando nos adentrábamos en la garganta excavada por el río Yarlung, ensordecidos por el fragor de toneladas de agua despeñándose hacia la India, éramos conscientes de que nos encontrábamos en presencia de una de las mayores fuerzas de la naturaleza. El resultado de su poder es un enorme cañón, el mayor y más impresionante de la tierra, que todavía no ha sido recorrido a pie en su totalidad y que alcanza su mayor profundidad a los pies de dos gigantes: el Namche Barwa y el Gyala Peri. Más de 5.000 metros de desnivel en tan sólo cinco kilómetros de longitud separa la cima del Gyala de la orilla del río.

Pero la fuerza de este río, que cuando llega a la península de la India se convierte en el sagrado Brahamaputra, no ha sido sólo destructiva. Resulta que, si bien la mayor parte de la cordillera cercana al Yarlung ha crecido a un ritmo uniforme durante los últimos 50 millones de años, una pequeña parte de ella, el macizo que forman el Namche Barwa y el Gyala Peri, ha superado los 7.700 metros de altitud en apenas dos millones de años. Y es que la enorme cantidad de material que es capaz de arrastrar el río ha aligerado el peso de la placa tectónica sobre la que se asienta el macizo del Namche y el Gyala, permitiendo que se elevase más rápidamente.

Pero, este proceso geológico no se detiene ahí. Al elevarse el macizo, se convierte en una muralla que atrapa mayor cantidad de humedad proveniente del océano Índico. Mientras caminábamos por la selva no tuvimos un solo día sin lluvia, nieve o niebla. De esta forma, las tormentas originadas por el cercano golfo de Bengala se convierten en precipitaciones que alimentan al río, redoblando su fuerza erosiva. Así el río le devuelve el favor llevándose mayor cantidad de sedimentos. Bien podríamos equiparar en una fábula geológica -al modo de como lo hicieron Esopo, La Fontaine o nuestro más cercano Samaniego- al macizo del Namche y el Gyala con Gallardón, erosionado a manos del incontenible torrente del Yarlung Tsangpó-Aguirre, que finalice con la moraleja de que en realidad más que destruirlo, le está ayudando a llegar más alto. Aunque si va a necesitar dos millones de años para lograrlo

Sebastián Álvaro es director de 'Al filo de lo imposible', de TVE.