El alemán ha ganado la batalla

El alemán ha ganado la batalla

Hubo un día en el que el núcleo mediático del vestuario se adueñó del Madrid. Cuenta la leyenda que en uno de los primeros entrenamientos de Camacho con los Galácticos, Ronaldo burló tres veces el circuito físico dispuesto por el de Cieza para el resto de sus compañeros. Camacho, cansado de la vacilada, le reprendió. Mi Ronie, genio y figura, se saltó a la torera con su respuesta la cultura histórica del club: "Míster, ¿cuándo se ha visto que a un pianista le obliguen a correr alrededor del piano para tocarlo?". El histórico 3 del Madrid se quedó helado, casi sin respuesta. La mitad de los jugadores sonrieron como los niños que en la escuela hacen la ola al golfillo que pierde el respeto al maestro. No había disciplina. La cultura del trabajo era una quimera. Y Florentino, poco después, dimitió con este eslogan: "Puede que haya malcriado a los jugadores".

Con Schuster, el Madrid ha comprado un ático de lujo a precio de chabola suburbial. El alemán fue cocinero (díscolo) antes que fraile (entrenador serio). No hay jugador que le pueda tomar el pelo porque él fue un especialista en esa suerte. Al Dioni no le vas a contar las habilidades de El Solitario. Se partiría de risa. Por eso, Schuster ha sido un lince manejando los egos del vestuario. Guti se despistó tras la expulsión de Murcia. Bernardo entendió que Baptista merecía un premio por su constancia y su profesionalidad y le dio protagonismo. El talento esperaba sentado. Y ahora vuelve. Bien hecho, míster.