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La excelencia parece estar maldita

Partidazo de Guti y Gago. Si se hubieran materializado la docena de goles que generaron, ambos tendrían su primera puerta grande en el Bernabéu. Pero el fútbol es así de caprichoso. Basta que le demos la barrila a Schuster con lo de que juegan feo para que lo borden y no vean portería. Basta que se cuestione la compatibilidad de los mencionados Guti y Gago para que se entiendan a las mil maravillas. Y cuando todo eso ocurre, día aciago de los de arriba. Lo malo es que ahora se refuercen las dudas del alemán en cuanto cuál debe ser el modelo más idóneo.

La fatalidad ha metido al Madrid en esa encrucijada. Jugar práctico y feo pero ganar, o hacerlo con excelencia y palmar. Soy de los que siempre defenderé lo segundo, porque el fútbol, en noches puntuales como la de ayer, castiga por igual una u otra forma. Y vuelvo al inicio para asegurar que la primera parte contra el Mallorca fue lo mejor de la temporada gracias al talento de Guti y Gago. Cada uno en su función, ocupando todo el centro del campo con intuición, toque y desmarque. En fútbol, las frases rimbombantes se suelen volver en contra. La pronunciada a comienzo de ejercicio sobre la excelencia es una de ellas. La otra, la del triplete, ya es historia.