Motta es la gran esperanza
Otra vez la agonía y el sufrimiento, otra vez el Atlético achicando balones de cualquier manera, a la desesperada, otra vez pidiendo la hora y esperando que el Kun haga milagros y resuelva los problemas del equipo, que a pesar de la victoria de anoche y del tercer puesto en la clasificación de la Liga parecen muchos y se acentúan jornada a jornada. Raúl García bregó como siempre, tuvo que agigantarse como un coloso en el medio del campo para frenar a un Valencia menor, que además perdonó cuando tuvo al Atlético contra las cuerdas. Ahora resulta que el equipo acusa la baja de Maniche, que había sido hasta ahora titular indiscutible. Cléber es un jugador aseado, digno, que va a más, pero que no tiene ni la garra ni la potencia ni la llegada del portugués.
Por eso todo el mundo empieza a poner la vista en Motta, que se ha convertido en la gran esperanza porque el Atlético necesita un jugador que ponga cabeza en el centro del campo y que sepa manejar los tiempos del partido. Este Atlético de Champions sólo sabe jugar a ráfagas, con arreones que le sirven para resolver los partidos. Hasta ahora le ha bastado con eso y con la pegada del Kun y de Forlán. Pero para mantenerse entre los grandes le hará falta jugar más. No puede tener lagunas que duran casi cuarenta y cinco minutos como ayer. En el primer tiempo el equipo vivió del extraordinario momento del Kun, pero en el segundo ni eso. Es una victoria engañosa gracias a un regalo de Hildebrand, pero este Atlético no parece sólido todavía.