El hambre de escándalo inglés
Fabio Capello ha escrito a los diarios ingleses pidiéndoles que no escriban sobre su vida privada. No entiende nada. Los diarios ingleses, los tabloides como el Sun y el Mirror, viven de la vida privada de los famosos. Sin el oxígeno del escándalo, dejarían de existir. Capello, como seleccionador inglés, es una de las presas más jugosas que hay. Porque en un país como Inglaterra, donde el orgullo nacional y el fútbol están tan íntimamente ligados, hay pocos personajes tan importantes, o tan conocidos. Con lo cual todo lo que tenga que ver con él (sobre el campo, el pub o la cama) venderá periódicos. Y cuanto más íntimo, mejor. Conociendo a Capello, es dudoso que produzca material más sabroso que Sven Goran Eriksson, él anterior selecionador extranjero. A base de las espectaculares cantidades de dinero con las que los periodistas del Sun recompensaban a sus amantes, el público inglés se dio un festín con el sueco.
El italiano será un hueso más duro de roer, pero el haber enviado esa carta, lejos de espantar a los tabloides, les propondrá un reto. En cuanto las cosas le empiecen a ir mal a la seleccíon italoinglesa, se lanzarán como perros sobre él. Buscarán cualquier pretexto, cualquier lapso o debilidad. De las migajas que consigan, construirán un pastel. De cartas, nada. La única protección que tiene Capello está en sus propias manos. Consiste en comportarse como el monje más casto, el sargento más incorruptible. Pero aún así, lanzado el reto, no estará a salvo. Algo encontrarán.