Mejor sembrar que recaudar

Mejor sembrar que recaudar

Deportes de equipo hay nueve y en casi todos nos va de maravilla. En baloncesto, balonmano, hockey, waterpolo y fútbol sala hemos sido campeones olímpicos o mundiales, mientras que en voleibol somos campeones de Europa y en fútbol siempre arrancamos en el grupo de candidatos. Sólo en dos andamos rezagados. Uno es el béisbol, que no despierta el menor interés, y otro es el rugby, que cae simpático por sus raíces universitarias. La Federación de Rugby tiene un plan para pegar el estirón. Sigue el modelo de los deportes olímpicos. El dinero de las becas ADO sirvió para profesionalizar modestamente a los deportistas más desfavorecidos; en cuanto dedicaron un poco más de tiempo a su especialización llegaron los resultados.

El rugby, como no es deporte olímpico, tiene que buscarse la vida y ha realizado un proyecto para vendérselo a las empresas por tres millones. Encomiable iniciativa, aunque no es la profesionalización ideal. Un deporte profesional es aquel que puede vivir de los ingresos que genera en taquilla o en televisión, y estos se cuentan con los dedos de una mano. El rugby, desde luego, no está entre ellos. Podrá pegarse un pelotazo un año, quizá otro, pero ¿y después? El seleccionador se habría llevado 80.000 euros, el director técnico 60.000 y esto seguiría igual. Alguien una vez me dijo: "No hay país en el mundo como España para que los niños jugasen al rugby. Sólo habría que llevar este deporte a las playas". Esto sí que sería una siembra barata.