El Espanyol me sigue enamorando

Este Espanyol es bestial. No hay quien le pare, ni siquiera el colegiado. Desde Madrid podrán decir que los españolistas sólo pudieron ganarle al Atlético cuando tenía dos jugadores más sobre el campo. No estoy de acuerdo. El Espanyol fue mejor de principio a fin. ¿Por qué? Porque a Valverde le salió el partido perfecto, tal y como lo había planeado. Sabía perfectamente que el peligro de los colchoneros estaba en sus hombres de ataque y que, si conseguían armar las jugadas, tenían mucho ganado. Y no fue así. Tanto le desquiciaron que acabaron con diez y luego con nueve. No hay otra lectura posible de un choque en el que el Espanyol ha demostrado que está en una racha histórica que parece no tener fin. La moral también juega en esto del fútbol.

Valverde también supo ver que en una segunda parte inclinada hacia la puerta contraria y con espacios tenía que meter en el campo a De la Peña. Él tuvo la llave para romper la defensa del Atlético, que seguía siendo muy poblada. El único pero que podríamos ponerle al desarrollo del juego en clave perica es que no se debió sufrir tanto. El 0-1 sobró porque, al margen que dudo todavía si Ángel cometió falta, luego Kameni regaló su poste. ¡Eso nunca Carlos! Es el abc de los porteros, como también lo es aquel pasito a la derecha que le deja a contrapié para poder cazar un balón que va a a la escuadra. Total que, como vamos terceros, nos podemos permitir el lujo de ser meticulosos. Este Espanyol me enamora y no lo puedo disimular.