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Pirri, un todocampista heroico

Por la mitad de lo que hizo Pirri en el Madrid será Bryan Robson en el Manchester United el Capitán Maravillas por los siglos de los siglos. Yo le vi de niño y con muy poco ya de yeyé. Y me confieso más de Amancio, la otra gran figura de aquel Madrid. Incluso, de Velázquez, futbolista de quince muletazos por temporada. Pirri, no. Pirri era jugador de ochenta corridas con todo tipo de ganado, el depositario de un espíritu que llevó al Madrid a ganar más que el Barça con menos. A veces, con mucho menos.

Jugó una final de Copa, la del 68, conocida como la de las botellas, con una clavícula rota y casi 40 de fiebre (sólo recuerdo a Beckenbauer, en la semifinal con Italia del Mundial 70, en gesto tan épico). También aguantó con el radio roto en la final de la Recopa del 71. Dos derrotas para el Madrid envueltas en el heroísmo de Pirri, premiado por Bernabéu con la Laureada. Y le recuerdo goles para la historia: el 4-1, de penalti, que llevó al Madrid a la prórroga de su primera gran remontada, ante el Derby County; el 2-2 ante un Borussia Moenchengladbach imperial; el 2-1 que abrió la puerta de la esperanza (se cerró después en el Bernabéu) ante el inabordable Ajax de Cruyff; el 4-0 al Barça en la final copera del 74, venganza rápida del 0-5 liguero de ese mismo curso. Fue volante, interior, líbero y, en emergencias, hasta punta. Fue Camacho y Stielike en uno. Fue médico y secretario técnico. No se me ocurre mejor espejo para Sergio Ramos, aunque le ha puesto el listón en la estratosfera.