La última lección magistral
Cuatrocientas personas puestas en pie aplaudíamos. Fue nuestra forma de agradecer, en nuestro nombre y estoy seguro que también en el de todos los que han sido alumnos suyos, sus 35 años de docencia que también lo han sido de magisterio mucho más allá de las estrechas paredes de las aulas. Ayer impartió su última lección magistral Eduardo Martínez de Pisón, catedrático de geografía de la Universidad Autónoma de Madrid. Con este acto, Eduardo se despedía de la docencia tal y como la ha estado practicando durante más de tres décadas, porque alguien como Eduardo no dejará de enseñar nunca: a través de sus artículos, libros y conferencias. Y la verdad, después de informes como el reciente PISA acerca de la salud de nuestro sistema educativo, cabe dudar muy mucho sobre si nos podemos permitir el lujo de prescindir de alguien de la talla de Pisón. Al menos, seguirá como profesor emérito, para fortuna del puñado de universitarios que puedan seguir contando con él.
El profe, como le llamamos los de Al Filo, nos habló en su última clase sobre la belleza del oficio del geógrafo. Eduardo es un sabio humanista, heredero de la magnífica tradición de Giner de los Ríos y la Residencia de Estudiantes, que siempre ha pensado que la educación es la única herramienta de cambio de la sociedad y que hizo de las montañas y la naturaleza su despacho y su cátedra. Que hasta hace unos meses ha llevado a sus alumnos, que venían de todos los lugares de España, a ver, a tocar, a oler, a caminar y, sobre todo, sentir, el objeto de su materia de estudio. Pero sobre todo su vida es un ejemplo de coherencia personal, luchador y defensor de la democracia y de la naturaleza, fue pionero en la lucha por la conservación de lugares como Gredos y, ahora, el Pirineo. En España, no pertenecer a ningún clan, intelectual o político, te hace ser marginado casi de forma automática, pero la independencia te permite, como dice Sabina, dormir a pierna suelta sin preguntarte cada noche dónde está el bien o el mal. En cualquier país de nuestro entorno, Martínez de Pisón, y otros pocos como él, serían motores intelectuales y referencias obligadas. En el nuestro, los líderes de opinión salen en esos programas de telebasura con los que nos bombardean.
Dijo no sé quién que la belleza es lo único que merece la pena en este cochino mundo. Así pues, bien puede decir Eduardo que este capítulo de su vida que acaba de cerrar y en el que ha perseguido mostrarnos la belleza de la geografía, definitivamente ha valido la pena. Suerte y hermosos paisajes es lo que todos le deseamos al profe para esta nueva aventura que comienza.
Sebastián Álvaro dirige Al Filo de lo Imposible (TVE).