¿Se puede imponer el fair play?
El ejemplo del Fiorentina ha sido hecho norma por la Federcalcio en una decisión aplaudida por todos, pero que con el paso de las horas está siendo cuestionada por algunos. Mancini, entrenador del Inter, y Buffon, portero de la Juventus, son opiniones autorizadas no sólo por su incuestionable jerarquía en el fútbol italiano, sino también por su sentido común. Ambos han coincidido en señalar que el éxito de la iniciativa de los jugadores violas al despedir con un apretón de manos a los del Inter después de sufrir una derrota en su estadio fue precisamente que nadie le obligó a actuar así. Fue un acto voluntario, y eso fue lo que le lleno de valor. Si hubiera sido algo impuesto siempre nos quedaría la duda de saber si también fue un acto sincero.
La reflexión nos lleva a que toda ley es en realidad un acto restrictivo. Lo que es bueno, lo normal, no debería regularse. Debería hacerse y ya está. Pero la condición humana y nuestros pecados capitales hicieron inevitables las leyes y las policías. En Italia se habla de imponer el fair-play porque las muertes de Raciti y Sandri habían llevado al calcio a un punto casi de no retorno. Fue Kaká el que avisó que ningún jugador de relumbrón querría jugar en la Serie A si las cosas no cambiaban. Ahora ha llegado un soplo de aire fresco gracias al Fiorentina y a su entrenador, Prandelli, que fue el origen de todo. Pero la gente se pregunta si los actos de buena voluntad durarán cuando lleguen los clásicos, como los Juve-Milán, o los derbis, como los Catania-Palermo.