Xavi, la paciencia como virtud
Tengo un recuerdo imborrable de los Juegos Olímpicos de Sydney. España fue plata tras un espectacular torneo de Xavi. Han pasado siete años y ese diminuto jugador luce el brazalete en la absoluta y batuta de director en un estilo de juego que nos ha puesto de acuerdo a todos. En las tres últimas décadas puede que sea el jugador más inteligente de nuestro fútbol. A la impagable virtud de ver el último pase como nadie, une su incalculable paciencia. Ayer se medía a once irlandeses que no paraban de achicar agua de forma vulgar. Enfrente, Xavi se las apañaba para abrir agujeros y que la inundación fuera total.
Lo logró a duras penas, pero eso tenía una importancia relativa. En juego, más que los tres puntos, estaba reafirmar su forma de ver el fútbol. Xavi fue fiel a esa idea. Nunca regaló el balón. Jugó en corto cuando le achuchaban, buscó las bandas, aceleró o frenó según la posición de los compañeros que estaban más adelantados, dibujó el desmarque antes de que Güiza lo tirara. Pura delicia. Y en todas esas maniobras lo más importante era ser paciente. Insisto, luego se puede ganar o perder, pero jugando así, como juega Xavi, aseguras el control del partido, garantizas que siempre habrá media docena de jugadas para recordar.