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Cazando la gloria matutina

Son muchas las bellezas naturales que ofrece al visitante este "acabamiento de la tierra", como lo definiera un explorador español de los tiempos de la conquista de América a su paso por Tierra de Fuego. Desbordan hasta la imaginación más fértil sus reinas, las montañas, y su fabulosa corte de bosques, como en el que ahora acampamos cerca del estero Riquelme que cruzamos en una zodiac, glaciares, ventisqueros, y canales como venas de un inmenso corpachón blanco y rocoso. Pero la mirada no sólo se sacia contemplando su geografía alérgica a la línea recta. Uno de los sencillos placeres camino del cerro Ladrillero, nunca ha sido ascendido, lo conseguimos con sólo emerger de la tienda y dejar que la vista vague por los cielos patagónicos. A veces se ven surcados por nubes nacidas en el Pacífico Sur y llegan como si estuviesen ansiosas por tocar tierra firme. Normalmente anuncian terribles tormentas, como la que nos pronostican para el sábado con vientos de más de 100 kms. por hora.

De todas formas, supongo que somos envidiados por los observadores de nubes, capaces de recorrer el mundo de punta a punta simple y llanamente en busca de nubes. Las persiguen para observarlas, para cazarlas con sus cámaras o para volar con planeadores entre ellas. Me confieso un coleccionista de fotos de nubes, de las que tengo unas muy buenas. Para las personas de orden que sólo valoran lo práctico, útil y rentable y se ríen de los que buscan tesoros al final del arco iris, escalan montañas o van de playa en playa a la búsqueda de la ola perfecta, serán unos lunáticos que pierden el tiempo siguiendo volutas de vapor de agua. Ellos se lo pierden. Los observadores de nubes tienen su K2, su nube mítica, la Morning Glory. Sólo se forma en una remota región de Australia, en el norte de Queensland. Esa nube tan peculiar puede extenderse casi mil kilómetros (la distancia entre Cádiz y Bilbao) y moverse a velocidades que rondan los 60 kms. por hora.

Cuando llega allí la primavera (de septiembre a octubre) pilotos de todo el mundo se trasladan a ese rincón con sus planeadores con la esperanza de volar junto a esa gloria celeste. Está considerada como una de las experiencias más asombrosas para un piloto de planeadores y que ellos equiparan a hacer surf. Es frecuente que se vuelvan sin haber levantado un metro su aparato. Y es que la Gloria matutina se comporta como todas sus hermanas haciendo honor a su peculiaridad de ser una de las manifestaciones más caprichosas de la Naturaleza. Cuando esa ola de algodón aparece y despegan en su busca y acarician con su ala esa masa en movimiento todo cobra sentido, como cobra sentido el esfuerzo de meses de trabajo cuando llegas por fin a una cumbre y contemplas el planeta desde las puertas del cielo.

Sebastián Álvaro dirige Al Filo de lo Imposible en TVE.