La alegría ha vuelto al corazón atlético: "Día de fiesta, juega Agüero", es la frase más escuchada por el Paseo de los Melancólicos camino del Vicente Calderón. Han sido once años caminando en la mediocridad y no es extraño que los colchoneros saquemos pecho. El Romario argentino nos ha devuelto la ilusión y el gusto por el caviar de los tiempos de Gárate, Leivinha, Ben Barek,..., y un largo abanico de joyas que nos han educado en el amor por el fútbol de alta escuela.

Hasta las derrotas como las de Villarreal tienen un sabor especial, si disfrutas de un choque de ida y vuelta y te olvidas de los interminables años del pelotazo. Ver moverse a Agüero y Forlán es una delicia y hasta sería de obligado cumplimiento el tener que subir el precio de las entradas. Sobre el Kun se tiene que construir un equipo que a corto plazo luche hasta por la Champions. Este año nadie ha sido superior al Atlético. Las tres derrotas: Real Madrid, Barcelona y Villarreal han sido producto de errores defensivos y no de aciertos del rival. La Liga está en sus inicios y Neptuno ya está abrillantando el tridente.