Para los griegos un idiota era el que no se interesaba por la política; para los curas en la Edad Media, el que no sabía latín; para mí y la gran mayoría, el que dice o hace idioteces; y para Alberto Puig casi todos los críticos de motociclismo ("un idiota que habla"). Este personaje, que tiene una animadversión casi esquizofrénica hacia la prensa por algún motivo que desconozco (según dijo "una causa perdida"), no tiene ningún derecho a tildarnos de idiotas ni a los periodistas ni a nadie sólo por no coincidir con sus ideas cuando hablamos de las carreras, Honda o Dani Pedrosa ("en la mayoría de los casos no saben de lo que hablan"). Puede que a él le de igual sacar los pies del tiesto cada vez que larga con ese aire totalitario al que nos tiene acostumbrado, pero el daño que está haciendo a la imagen de un chaval de 22 años sin culpa alguna y con toda una vida deportiva por delante puede ser irreparable. Y no digamos a Honda y a Repsol, que se ven metidos en este lío sin comerlo ni beberlo.

Y yo me pregunto, ¿qué necesidad tiene de comparar picajosamente a Pedrosa con Lorenzo? ¿Qué gana hablando peyorativamente de la categoría de 250cc ("categoría monomarca que ralentiza el nivel de los pilotos") ? Todos pierden, el motociclismo, Honda, Repsol y, sobre todo, un pilotazo como Pedrosa que debe plantarse y decir adiós de una vez por todas al cascarrabias de Puig y a esa imagen malhumorada que ambos dan. Y tanto barullo porque un día nos creímos lo que Puig nos vendió, que iba a hacer a Dani campeón del mundo de MotoGP y, cuando no lo ha sido, en vez de callarnos hemos hecho la idiotez de contar los motivos por los que no lo ha logrado.