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La Justicia, un derecho de todos

Hoy traigo a esta página una historia amarga, y posiblemente incómoda también para mucha gente. Es la historia de una amiga francesa que en 1991 era la mejor atleta femenina en su disciplina, que era el lanzamiento de martillo. Su nombre es Catherine Moyon de Baecque y ha terminado, muy a su pesar, por convertirse en un símbolo. Un símbolo de la lucha por reivindicar la propia dignidad, de la voluntad por no renunciar a sus derechos y un ejemplo de la lucha de las mujeres contra la violencia sexista, una lacra que debiera concernirnos a todos, sin distinción.

E n lo mejor de su juventud y de su carrera deportiva, Catherine y otra amiga fueron violadas durante una reunión atlética por un grupo de compañeros deportistas integrados en el Equipo Francés de atletismo. Su carrera deportiva quedó truncada y su vida destrozada. Pero no por eso se amilanó ni permitió que se la condenase al silencio. Al contrario. Desde entonces se ha dedicado a contar su historia, en libros y medios de comunicación, erigiéndose en un símbolo de tenacidad y de lucha por los derechos fundamentales de los deportistas, de las mujeres, de todas las personas. Porque, a pesar de que los culpables fueron finalmente condenados, desde entonces una especie de Ley del silencio, una vergonzosa omertá propia de mafiosos y delincuentes, se ha empeñado en sepultar su caso.

Las autoridades deportivas intentaron tapar el delito esgrimiendo esa especie de cajón de sastre para desmanes de toda laya que se denomina razón de Estado. Al parecer, para algunos responsables políticos de su país dar a conocer el caso de Catherine suponía poner en entredicho la honorabilidad del deporte y el atletismo franceses. Ignoran que, sin lugar a dudas, lo mejor del deporte y lo que más le engrandece es su limpieza. Su voluntad de defender los valores deportivos, el juego limpio, la nobleza. Porque ni más ni menos sobre esas columnas se sostiene la actividad deportiva. Todo ello tan alejado de lo que representan estos violadores. Y precisamente por ello, resulta alentador que el presidente del Comité Olímpico Internacional haya recibido a Catherine para que no se olvide su lucha. Y, ojalá, el nuevo presidente galo Nicolas Sarkozy, que ha llegado con tantos proyectos ilusionantes para sus compatriotas; ojalá digo, ponga fin a esos dieciséis años de injusticia y silencio y reconozca por fin a esta mujer, de fortaleza indiscutible y mirada limpia, su lucha en pro de los derechos de las atletas, del deporte, de las mujeres y, en definitiva, de todos nosotros. Porque su triunfo será importante no sólo para Catherine. Pues la Justicia es un derecho de todos.

Sebastián Álvaro dirige en TVE Al Filo de lo Imposible.