Bernd, sigue mimando a Robinho
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Dos aciertos plenos de presidente y entrenador del Real Madrid. El primero dejó claro a sus subordinados que no sirve de nada multar a un jugador por irse de juerga o llegar tarde. Menos mal, porque algún deslenguado ya había filtrado hasta la cuantía económica del castigo. El segundo, el técnico, fue valiente dando la cara por el jugador y pidiendo un margen de confianza. Los dos querían proteger al futbolista con más talento de la plantilla, al único capaz de hacer cosas inverosímiles. Estamos hablando de Robinho. Y todo eso no significa que pueda ir a su libre albedrío. Pero seguro que por el camino escogido acabaremos disfrutando con su juego. El brasileño ha nacido para sonreír.
Ayer empezó a devolver esa confianza. A estas horas, sin su inspiración y sin los milagros de Casillas, el Madrid estaría medio fuera de la Champions. Ese es el valor añadido de las grandes estrellas. Desde el principio se vio que estaba suelto, ágil, fresco de ideas. Una primera bicicleta, que acabó en nada, presagiaba lo que iba a venir después. Y eso fueron goles, oportunidades, regates y el destrozo de una defensa griega que por momentos parecía de aficionados. Desde su debut en Cádiz no había tenido una actuación tan completa. Aunque sea un exceso, ya lo apuntaba un aficionado a las puertas del hotel horas antes del partido: "Robinho, vete de fiesta cada vez que quieras, que estamos contigo". Schuster piensa de forma parecida.




