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Iniesta, los rubios y los locos de la FIFA

Andrés Iniesta recuerda un poco a Paul Scholes, el mejor jugador de fútbol inglés de la última década. Si hubiera sido más alto y más guapo, si se hubiese teñido el pelo y si fuera del campo hubiese sido más chillón, sería reconocido por lo que es: uno de los grandes talentos del mundo. Es la única explicación posible de por qué el manchego no ha entrado en la lista de 30 candidatos que ha publicado la FIFA esta semana para el título de mejor jugador del mundo de 2007 (la ausencia de Cesc Fábregas es otro misterio, pero esa es otra historia). Que gente que supuestamente entiende de fútbol ponga a Cannavaro, Juninho, Lahm, Vieira, Lampard, Thuram y Fernando Torres antes que a Iniesta es absurdo. Torres está en la lista por los cinco o seis goles que ha marcado en los últimos dos meses en el 'Iberpool' y porque pues eso: es alto, guapo y se tiñe el pelo. Y porque da la sensación de que un día de estos por fin explote su enorme potencial.

Pero Iniesta, a sus 23 años, ya ha explotado. Bueno, quizá le falte un punto de desparpajo, de "aquí estoy yo" para ser todo lo que tiene dentro. Quizá si se fuera Ronaldinho del Barça le pasaría como le ha pasado a Cesc en el Arsenal con la salida de Henry: que se convertiría en el mandamás del equipo. Iniesta es un jugador completísimo. Recupera mil balones; corre todo el día y toda la noche; es excelente en el primer toque, es veloz y tan bueno en el regate (increíble para donde juega) como Joaqu y mete goles. Para la Selección, golazos. Y además es valiente. Los rivales le dan patadas, pero no se achica. Vuelve y vuelve por más que le intenten intimidar. Y encima, da gusto verle jugar. Iniesta es ya uno de los grandes de la historia del fútbol español. Aquí esto lo sabemos. Si invierte en un frasco de tinte rubio, quizá se enteren los demás.