Robben: la espera se hace larga

Robben: la espera se hace larga

Treinta y seis millones de euros y un buen currículum invitan a la paciencia con Robben, el extremo puro que Schuster pidió para hacer al Madrid más ancho en la desembocadura. De momento, anda corto de físico y de atrevimiento, porque quizá lo uno lleve a lo otro. Y sin osadía para el desborde ni aceleración se queda en casi nada. En Getafe dejó una mala impresión amortiguada por la asistencia de gol a Sergio Ramos y en Roma, un disparo inocente y un puñado de centros sin intención.

Tampoco le ayudó anoche la asimetría que preparó Schuster, al que siempre le sobra uno: no se puede jugar con un pivote, dos lanzadores, dos extremos y dos puntas sin caer en alineación indebida. Sumen a Casillas y los cuatro zagueros y les salen doce. La solución fue hacer volar al Madrid sin ala diestra y con Sneijder muy vencido a la izquierda. Robben se sintió sin espacio y se ahogó. Luego, en la segunda parte, se cruzó de acera, pero al extremo radical se le atraganta la banda cambiada, porque su salida natural es hacia el exterior. Esa tendencia le diferencia del mediapunta, que despega desde la banda (Robinho, Higuaín) y el instinto le hace buscarse la pierna buena para el disparo. En cualquier caso, Robben fue dos veces futbolista del partido en el último Mundial y entre lesión y lesión dio mucha amplitud al Chelsea. Y, antes, en Holanda, fue elegido mejor promesa de la Liga. No hay otra solución que insistir en él y esperarle. Aparecerá.