El primer gran atraco de esta temporada lo ha sufrido el Almería en el Santiago Bernabéu. No quiero seguir ahondando en la conciencia del colegiado Álvarez Izquierdo que seguro que no habrá podido dormir en estos días. Lo destacable es lo que hizo la plantilla de Emery. Soberbio su partido, con un planteamiento espectacular y valiente, quitandole el balón a los blancos desde el primer minuto y sometiendo a un intenso agobio a la portería de Casillas. Un bloque que ya enseñó sus armas en Riazor y que, en caso de que Negredo hubiese podido jugar el partido, seguro que habría cosechado algo muy diferente. Lo más impresentable es que un partido de alta escuela quede reducido a la nada por la labor de un árbitro que no merecer estar ni en Regional.

Lo que será complicado de olvidar para los amantes del fútbol de alta escuela será ver en el feudo blanco otro conjunto con una defensa tan adelantada o con la osadía de meter a la gente de Schuster en su área pese a tener un futbolista menos por la cacicada de la expulsión de Crusat. Desde que le conocí en el Lorca, me parece que Emery es un seguro al portador y en el Mediterráneo esperan tardes de espectáculo dignos de conservar en la memoria. Este Almería encabeza la rebelión de los modestos y pese a caer ante Valencia y Real Madrid pueden presumir de los fantasmas que tuvieron los todopoderosos en estos encuentros. La lección es que ahora, en su Liga particular, deben seguir este camino y no bajar el listón para asegurar la permanencia.