El Monachil me ha defraudado
Esperaba muchísimo más de la subida al Monachil. Me ha defraudado la actuación de los favoritos en este puerto, ya que era el más duro de la Vuelta tras los Lagos de Covadonga. Los cinco primeros están con las mismas fuerzas, poquitas, y ninguno quiere arriesgar los puestos que tienen ahora mismo en la general. El único inconformista es Carlos Sastre. El abulense derrocha valentía cada vez que la carretera se empina. La pena es que no lleva gasolina suficiente como para dejar atrás a sus rivales, porque Denis Menchov, Efimkin y Cadel Evans aguantan todas sus embestidas. De la etapa de ayer el gran beneficiado fue Samuel Sánchez, ya que el asturiano ganó en Granada y pudo recortar 40 segundos al grupo de los mejores. Ahora será nuestra gran baza tanto para Abantos y Ávila como para la crono de Collado Villalba, aunque el podio es un posibilidad lejana para él y Sastre.
Y hablando de la última contrarreloj, hay que recordar que todas las diferencias que hay entre los candidatos a ganar la Vuelta se marcaron en la crono de Zaragoza. Me parece excesivo castigar a los escaladores con una etapa de 53 kilómetros y la trampa del viento en contra. Ese tiempo es irrecuperable con sólo cuatro finales en alto como los Lagos, Cerler, Arcalís y Abantos. Los organizadores deberían saber que este recorrido no favorece nada a los intereses de los nuestros. Por lo menos tendrían que incluir una cronoescalada para equiparar las cosas, y seguro que han tomado buena nota.