Xavi sí sabe a qué jugamos

Aunque sea predicar en el desierto, hay que insistir en que las interminables fases de clasificación para Eurocopas o Mundiales son un auténtico pestiño. Catorce historias repetidas durante dos años que nada tienen que ver con los partidos que se disputan luego en las fases finales. Al menos ayer existía el morbo de ver si los jugadores hacían lo que ordenaba el míster o iban a su aire, como apuntó algún ilustre en la víspera. Xavi, el más vehemente a la hora de defender al seleccionador, tomó la manija y dejó solventada la papeleta en los primeros diez minutos. Aunque Luis dijera en medio de la última tormenta que no necesitaba valedores, en el terreno de juego sí que le vienen bien, ya lo creo. Que Xavi toque mucho es el mejor síntoma.

No crean que hubo grandes diferencias con respecto a Islandia. Sufrimos menos pero se perdió la oportunidad de agradar al respetable. Cierto es que con diez rivales metidos en su área, los lujos hay que dejarlos en la caseta. Joaquín, otro de los que proclama su devoción por Aragonés, leyó el partido con tino y acabó siendo la prolongación en ataque de la sabiduría de Xavi. Insuficiente para plasmar nuestra tremenda superioridad en el marcador. Y es que si en defensa continuamos con dudas, en ataque seguimos esperando al Villa de la pasada temporada. Torres, castigado con el cambio en Reikiavik, volvió ayer a las andadas y estuvo sin estar, aunque el gol postrero le servirá de estímulo. Y en octubre, volverá el debate.