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Laporta está siendo pueril con Motta

En esta profesión, o hobby pagado que diría mi padre, conoces futbolistas de toda clase y condición. Unos te caen bien y a otros no hay por dónde cogerles, pero con muy pocos tienes la sensación de estar con un tipo normal, uno que podría formar parte con toda tranquilidad de tu grupo de amigos. Motta es de esos. Se fue del Barça, decidió que tenía cosas que decir y lo hizo. Tema zanjado por su parte. El martes ya sólo pensaba en el Atlético, el Camp Nou era pasado lejano. Y ayer el mismísimo Joan Laporta, presidente de una de las instituciones más grandes del mundo, dio cuerda a un innecesario cuerpo a cuerpo con un futbolista que ya no está allí. Le tilda de inmaduro, cosa que me hace ponerme aún más de parte de Thiago, todo sea dicho. Mejor inmaduro, que resabiado.

Sería absurdo negar las errores de Motta en Barcelona; tanto como afirmar que la gente no cambia. Los veinteañeros más y más rápido, por cierto. A punto de ser padre, quiso firmar sólo por un año para no engañar a nadie. Si el Atleti está contento en junio, encantado de seguir. Si no, gracias por la oportunidad. Una decisión adulta y responsable. Aquí, el más pueril está siendo Laporta con su "y tú más". La respuesta está en las líneas de Extremoduro que me repito como un mantra cuando mi fe, en el Atleti y en la vida en general, se resquebraja: "De pequeño me impusieron las costumbres, me educaron para hombre adinerado, pero ahora prefiero ser un indio que un importante abogado". Motta ha elegido ser indio y al gran abogado parece picarle. Ni que fuera madridista.