Maneras de ganar y de perder

Decía Schuster que le importaban poco las derrotas de pretemporada. No estuvo fino. Su equipo se ha acostumbrado a perder y los futbolistas denotan resignación. Eso por lo que toca al estado de ánimo. Más preocupante es la anarquía en el planteamiento. Se ataca mal y se defiende peor. Con un título en juego, las carencias fueron sobresalientes. Robinho mareado con cambios de posición, Raúl de delantero estorbo, Van Nistelrooy al borde de un ataque de nervios, Diarra casi de organizador, Sneijder perdido y atrás dos coladeros en los laterales. El Sevilla se puso las botas acelerando lo justo. El Bernabéu no daba crédito y eso que el público merece capítulo aparte.

Me decía Del Bosque que los únicos que no habían perdido el espíritu de las remontadas que les llevaron a ganar la Liga eran los aficionados. Cierto. Pese a la manita recibida no hubo repulsa generalizada. Es más, ellos sí creyeron en el milagro hasta que se rompió el empate a tres. Quizá era un voto de confianza al nuevo proyecto o que seguían más enchufados que sus futbolistas. Algunos de ellos siguen perdiendo los nervios cuando el rival les supera. ¿Impotencia, desesperación? Un poco de todo. Y la percepción de que Schuster anda perdido.