El destierro de los brasileños

El castigo de jugar por la honrilla del tercer puesto les tocó a los que arrastran el carrito del pescado (suplentes). Calderón fue el primero en escaquearse del palco. El tedio daba para meditar sobre cómo les ha cambiado la vida a los brasileños en un año. No les fue bien con Capello y creo que les irá peor con Schuster. Jugadores de veinte millones de euros que ahora apenas valen ocho. Y seguirá la caída de su cotización si ocupan un papel de relleno en la plantilla blanca. De eso intentan abusar los equipos compradores. Cicinho y Marcelo se han podido abandonar últimamente, pero no olvidemos que ambos son internacionales. Y eso no se regala. Igual nos llevábamos una sorpresa si ambos hubiesen tenido la confianza del alemán desde el primer día.

Algo parecido ocurre con Baptista. No se entiende que dos años después de abandonar Sevilla valga la mitad. Entre otras cosas porque lo poco que jugó con Madrid y Arsenal, cumplió y goleó. Y no digamos nada en la Copa América. Ayer estaba mohíno, todo lo contrario a cuando se estrenó hace un par de semanas. Es como si la ilusión se le marchara a bocanadas, como si estuviera a punto de arrojar la toalla. Y si eso pasa, perderá él pero mucho más el club, que verá cómo menguan las ofertas. Queda saber si esto que les está pasando a sus compatriotas afectará a Robinho. Por lo visto en la Supercopa, no. Si observamos el partido de ayer, igual sí. Y sería una pena, porque el Madrid está huérfano de una estrella que se eche el equipo a la espalda.