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Cazatesoros e historias sumergidas

Un abordaje en el Estrecho de Gibraltar, presuntos piratas anglosajones, una nave de la Armada española a su caza. Con elementos similares se han escrito multitud de crónicas como las que guarda en Sevilla el Archivo de Indias y que ilustran los innumerables conflictos que afrontó durante siglos una España dueña de los mares frente a otras potencias que le discutían esa primacía, pero casi nunca en batallas cara a cara sino a través de piratas y corsarios a los que, al regresar a Inglaterra, su graciosa majestad colmaba de honores. La diferencia es que nuestros reyes, ni siquiera en los mejores momentos del imperio, colmaban de honores a los grandes navegantes sobre los que se asentaba su poder. Lo que ha ocurrido apenas hace una semana, se remonta a aquellos tiempos: un fabuloso tesoro de 500.000 monedas de plata. Sus protagonistas han sido la patrullera Infanta Elena, agentes del Servicio Marítimo de la Guardia Civil y el Ocean Alert, buque de la empresa cazatesoros norteamericana Odissey Marine Exploration, cuyo capitán accedió a acompañar a las autoridades españolas hasta el puerto de Algeciras. Lo que han buscado las fuerzas de seguridad en el barco norteamericano son pruebas de que se ha cometido un delito contra el Patrimonio Histórico español apropiándose de esos restos arqueológicos, que ya están en Estados Unidos tras partir en un avión desde el aeropuerto de Gibraltar. Es de elogiar el celo de nuestra justicia en este caso concreto a la hora de defender un patrimonio que forma parte substancial de nuestra Historia. Y contrasta con la sempiterna dejadez -cuando no estúpido olvido, como lo han definido algunos arqueólogos- que hemos venido mostrando en España hacia esa multitud de pecios hundidos que bordean nuestro litoral.

Así por ejemplo, y no muy lejos de donde, se supone, los de Odissey han hallado el tesoro en litigio, yace el Santísima Trinidad sin que nadie le haya prestado la menor atención hasta el momento. Este buque insignia de la Armada hispana, la máquina de guerra más formidable que había creado el hombre hasta el momento de su botadura, se hundió durante una tormenta al día siguiente de la batalla de Trafalgar, llevándose al fondo del mar no un tesoro sino simplemente a cientos de heridos de aquel combate que certificó el final de la hegemonía hispana en los mares. Ese pecio es importante porque representa una parte de nuestra historia, grandiosa y amarga como siempre. Y es tan sólo un ejemplo de las miles de historias sumergidas que están a la espera de que alguien quiera conocer su peripecia. Miles de historias de aventuras.

Sebastián Álvaro dirige Al Filo de lo Imposible en TVE.