Estoy comenzando a creérmelo
Después de tanto desengaño cuesta creer que todo el mundo va limpio en este Tour, pero se están dando circunstancias en la carrera que dan pie a pensarlo. Por ejemplo: antes empezaban las etapas y el pelotón rodaba a hachazos, a casi 50 km/h durante una hora u hora y media, hasta que por agotamiento se formaba la escapada del día. Ahora no hay ese desaforado ímpetu inicial. La primera fuga es la que vale y el resto del pelotón, a guardar fuerzas. Y ayer, en la primera etapa con final en alto no hemos visto ninguna máquina como la que tenía el US Postal (luego Discovery), con cinco o seis gregarios que andaban cada uno a parecido nivel que los cinco o seis principales rivales de su jefe. Imposible atacar, nadie se movía.
Ayer todos los ciclistas parecían humanos y ese es otro punto que me anima a recuperar la fe. Mucha igualdad, uno que ataca y no termina de irse, otro que entra en crisis y se recupera porque los demás no vuelan, los heridos que sufren de acuerdo a la lógica. Y yo confío que esta etapa, emocionante en sus vaivenes, sea el molde por el que se va a regir este Tour. Que el que se dio un palizón el día anterior sufra en la siguiente etapa, que la acumulación de esfuerzos acabe por provocar de vez en cuando un hundimiento, en definitiva, que los ciclistas dejen de ser todos superhéroes y todos los días. Y nos divertiremos más, porque además contamos con la explosividad de Valverde, la regularidad de Sastre, la valentía de Contador y la genialidad de Mayo.