La carrera está muy controlada
Ayer nos tocó en suerte una de las etapas con más retraso en los últimos años del Tour de Francia. No es normal que en una carrera como la francesa se permita este tipo de espectáculo, ya que la jornada murió en el momento que los hombres fugados cogieron diez minutos de ventaja. Entonces, los equipos más afectados no llegaron a un acuerdo para tirar por los escapados, porque ninguno quería defender sus intereses. Ni el CSC estaba interesado en ir delante por el amarillo de Cancellara, ni las formaciones de los sprinters eran capaces de entenderse para que hubiera una llegada masiva. Los directores del ciclismo actual tienen demasiado controladas las carreras. Es casi un suicidio que arriesguen y esperen tanto para dar caza a la fuga, pero con el GPS creen que lo tienen todo dominado. Yo, desde luego, me frotaba las manos por si los escapados llegaban.
Menos mal que luego hay gente como el líder de esta edición, Fabian Cancellara, que son valientes y nos brindan exhibiciones como la de ayer. El ataque que realizó a 700 metros de la meta me recordó al de otros grandes corredores tan potentes como el suizo, como el alemán Rudi Altig o el ruso Ekimov, que eran letales con sus hachazos en el último kilómetro. Las aventuras de estos valientes, al igual que la de los protagonistas de la fuga del día, es lo que verdaderamente tiene mérito del ciclismo, y no lo fácil que resulta medir los tiempos para los directores y controlar la carrera.