El Tour es la carrera más dura
Ayer vivimos la primera etapa con llegada al sprint del presente Tour de Francia y ganó uno de los grandes especialistas mundiales. Robbie McEwen demostró que es de otra pasta, de otra galaxia. El australiano se cayó a 25 kilómetros de la meta, estaba casi perdido entre los coches a 30 segundos, pero fue capaz de disputar la volata gracias a un equipo volcado e imponerse con una autoridad magistral.
A nuestro Óscar Freire se le vio bien colocado, aunque no llegó a entrar entre los mejores. Sin embargo, lo más importante es que ha superado el forúnculo que le venía lastrando. Si le respeta la salud podremos disfrutar del mejor Óscar, ya que es uno de los ciclistas con más clase del pelotón y nos puede regalar un par de etapas, como ya hizo el año pasado.
También ayer pudimos comprobar que el Tour es la carrera más dura y complicada del mundo. Y por eso es la más prestigiosa y la que más seguidores congrega a su alrededor. En la primera jornada llana de esta edición los corredores, sobre todo los velocistas y los clasicómanos iban al 200% de sus posibilidades. Es su oportunidad para llevarse su botín de la ronda gala y no dejan pasar un solo día para ganar. En cambio, los seis u ocho favoritos para vencer en la general de la carrera deben sufrir este ritmo infernal, además del peligro de las caídas y la temperatura de casi 40 grados que suponen una auténtica tortura en estas condiciones. No es lo mismo participar en esta prueba que en el Giro o en la Vuelta, así que atacan desde el banderazo. Hoy, más de lo mismo.