El Atleti no sabe perder con dignidad
Lo peor no es fracasar, es no saber caer con dignidad. El cine, que es la vida, lo ha mostrado mil veces. A Bogart se le escapa Bergman en Casablanca y gana según la pierde; Thelma y Louise vuelan hacia el abismo, pero la huida ha merecido la pena; cuando en Grupo Salvaje escuchas ese "¿Vamos? ¿Por qué no?" final, los demonios se convierten en héroes mientras se encaminan hacia una muerte segura, y nadie lo explicó como Zorba, el griego: "Ya que va a ser un desastre, que sea un desastre esplendoroso". Bueno, pues el Atlético está haciendo todo lo contrario y la reacción ante la tragedia que se mascaba y ya está aquí ha sido lamentable. Las partes se señalan unas a otras como niños chivatos a los que el profe ha pillado copiando. Así, en vez de reducir los daños, los multiplican.
La afición se vuelve hacia el palco, olvidando que a muchos les parecía divertidísimo que el Barça bailase en el Calderón. Los dirigentes se escudan en la mala suerte y en que no son ellos los que juegan, obviando que sí son los que fichan a los que juegan y que el fiasco atlético bajo su mando dura ya siglos. Aguirre y los futbolistas asumen la culpa en público, pero luego salen al campo vencidos, como si aquello no fuera con ellos: esto es lo que hay, la plantilla es corta, bla, bla, bla. Casualmente, han sido Maxi y Torres, los únicos intachables, los más duros en la autocrítica. Y mientras todos se cruzan acusaciones, nadie habla de Osasuna. Al revés que nuestros héroes, en vez de rebelarse contra una muerte cierta, se rinden cuando aún están vivos. Que alguien les ponga una peli, por favor.