Arbitraje, asignatura pendiente
Gasolina y fuego no son buena pareja. Poner en este partido de tanta trascendencia a un árbitro barcelonés (Mitjana), y además empleado de la Federación Catalana, era una decisión insensata. Motivo de suspicacias para algunos, gesto provocador para otros. Incluso admitiendo que su labor fuese imparcial y bien intencionada, cualquier error suyo sería peor interpretado que el de otro compañero sin iguales connotaciones. El arbitraje sigue siendo la asignatura pendiente de la ACB. Hasta que no haya colegiados profesionales, con dedicación plena, el estamento arbitral no estará en sincronía con los demás grupos. En una competición donde no cabe ya un ápice de amateurismo para jugadores, técnicos o directivos, es absurdo que fallen los jueces.
Por la mañana taxista y por la tarde árbitro. O, peor aún, a sueldo de los clubes de una región por un lado y, por otro, juez en partidos de esos mismos clubes contra los de otras comunidades. En Madrid aún se recuerda un error crucial de Mitjana en contra del Estudiantes y en favor del Barça, cuando el equipo madrileño acariciaba ya su primer título de Liga. Desde entonces todo son sospechas con este árbitro, pluriempleado como director técnico de la Federación Catalana. Si ayer el Real Madrid hubiera sido eliminado por el Joventut, los errores de Mitjana habrían originado polémica. No sucedió esta vez, pero puede ocurrir en la siguiente. Si la ACB presume de ser la segunda mejor liga del mundo, debe tener árbitros profesionales e independientes.