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Un talismán más un gran nueve

Durante meses no he encontrado más argumento para creer en el Madrid que la buena estrella de Capello, quien como Obélix debió caer de niño en el caldero de la poción mágica. No creí en sus fichajes, no creí en su doble pivote de jugadores gemelos, dudé de más a menos de Van Nistelrooy, discutí también de más a menos la salida de Ronaldo, sospeché que enterraría a Robinho, llegué a considerar una provocación lo de Raúl en la derecha, me autoconvencí de que aquel dedo izado a la grada del Bernabéu era un intento de suicidio encubierto. Y, sin embargo, siempre estuve seguro de que una conjunción astral inexplicable conspiraba en su favor. Intuyo que el club pensó lo mismo. Con Capello compró un pack: entrenador y talismán. Recuérdenme que le encargue la lotería de Navidad.

Lo de Van Nistelrooy tiene otra épica. Ha metido 25 goles en la Liga, 33 en la temporada, pero ha pesado más cuanto más decisivos se volvían los partidos, lo que multiplica su valor. Diez goles en las últimas siete jornadas le han dado un empujón brutal al Madrid. Mientras sirvió de algo el palmeo de Messi le vi el jugador de la Liga, pero a las once le pasó el holandés a velocidad de un McLaren, ocurra lo que ocurra el próximo domingo en el Bernabéu.