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¡Oh capitán, mi capitán!

Llegado a estas alturas del asunto surge la duda entre qué filosofía seguir a partir de ahora: ¿Que nos quiten los bailao o a morir matando? Prefiero la filosofía pragmática de Santi López Vázquez: "A morir matando que ya disfrutaremos más tarde de lo bailao". El Desafío ya ha cumplido de largo con las expectactivas. Se metió en semifinales, tumbó a los yankees del BMW y ha conseguido sumar una victoria histórica ante los neozelandeses, triunfo que, además, le mete de lleno en la pelea por un puesto en la final de la Louis Vuitton. Algo, esto último, absolutamente impensable en el inicio de la competición.

Teniendo a tiro a los kiwis, debemos exigirnos ganarles. Es cierto que su presupuesto duplica al español, que su tripulación triplica en experiencia a la nuestra, incluso que en los pronósticos nos siguen barriendo. Pero es hora de coger el toro por los cuernos, mirar al enemigo a los ojos y decirle que no bajaremos los brazos. Si se ganó una regata, ¿por qué no se puede repetir? Y al final, si ellos nos tumban que sea porque fueron mejores. Así en el futuro Zulueta, Doreste y toda la tripulación del Desafío podrán decir con la cabeza alta que pelearon de tú a tú y nadie podrá reprocharles nunca nada. Y como lo bailao nunca es suficiente, yo me subo a la mesa y le digo a Jablonski: "¡Oh capitán, mi capitán!".