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El más rápido de nunca jamás

Joseph Gilles Henri Villeneuve fue un piloto de Ferrari de 1977 a 1982 que disputó 67 carreras, ganó seis, hizo trece podios, dos poles, trece vueltas rápidas y sólo llegó a meta en el 57,35% de los grandes premios que disputó, una estadística que, la verdad, no es nada del otro mundo para la dimensión que transmite su nombre. Esta semana, el martes 8, se han cumplido 25 años desde su muerte en los entrenamiento de Zolder en 1982. Fue mi primer héroe de verdad de la F-1, aventajando por mucho a los Stewart, Fittipaldi o Lauda de la época. No era el que ganaba pero era mágico. Fue el ídolo de Ayrton Senna (además de Niki Lauda), y junto a Nuvolari y Ascari el piloto preferido de Enzo Ferrari.

Sus mecánicos le llamaban El Aviador (quizá por aquella imagen en Monte Fuji en el que su Ferrari voló por encima del Tyrrell seis ruedas de Ronnie Peterson), mientras otros le reprochaban que era temerario e imprudente. Fangio dijo de él que no corría ni para finalizar la carrera ni por los puntos, "corría sólo para ganar". Enzo Ferrari le comparó con Nuvolari: "Era un artista que actuaba para la gente y su aplauso". Lauda, Reutemann, Hunt, Arnoux, Jones, Laffite ("Sé que ningún ser humano puede hacer milagros. Nadie tiene facultades mágicas, pero Gilles te lo hacía creer. Así de rápido era"), Sheckter, Rosberg, Pironi, Stewart o Piquet, todos, absolutamente todos se rindieron al penúltimo héroe de la F-1 (el último fue Senna).

Hay dos frases suyas que le definen. La primera aquélla de "dadme un coche de pedales, un misil o algo que se mueva y yo lo llevaré al límite". La otra esa de "¿cómo podemos conocer los límites si no tratamos de sobrepasarlos?". Para la historia queda la carrera del Jarama en 1981 en la que durante 67 vueltas mantuvo a raya a sus cuatro perseguidores (Laffite, Watson, Reutemann y De Angelis), su duelo con Arnoux en Dijon en 1979 (el mejor de la historia de cualquier deporte), su tercer puesto en Canadá en 1981 sin el alerón trasero, su vuelta con tres ruedas saludando al público en Zandvoort en el 79, sus últimos giros del GP de Mónaco de 1980 (quedó quinto) sacando cinco segundos en una vuelta a los demás cuando empezó a llover, o lo ocho segundos que les metió a sus colegas en una vuelta en los entrenamientos con suelo mojado de Watkins Glen en 1979 (su cuarta victoria). Cualquiera de estas gestas las hubiera firmado Tazio Nuvolari.

Junto a Stirling Moss ha sido el único campeón sin corona (su hijo Jaques sí la logró en 1997). No sé si hoy en día accedería a correr con un F2007 o un MP4/22 con tanto artilugio informático, yo creo que no. De pedir, que no lo hacía (su única protesta fue llamar callo al incontrolable 312T2), pedía más velocidad, más caballos, neumáticos más grandes y más zonas de adelantamiento para aplicar su teoría del hueco: si lo hay es que se puede adelantar. Si Nuvolari fue el más rápido de la tierra, Gilles Villeneuve fue el más rápido de nunca jamás.