Cannavaro y la fe Capellista

Muchos técnicos huyen de los festejos previos a un partido. En el Madrid llevaban meses demorando la entrega de trofeos a Cannavaro y eligieron el partido de ayer para hacerlo, dada la euforia que provocaba el equipo tras los sucesivos batacazos del eterno rival. Mal hecho. En cuarenta y cinco minutos, Pandiani, al que tenía que fijar el italiano, hizo tres chicharros. Y es que pese a la remontada general del último mes y la particular de ayer, el equipo no está para festejos de ningún tipo. Cogidito con alfileres, dubitativo a la hora de defender y con arreones intermitentes que le hacen ganar partidos con agonía. Si encima Guti no está inspirado, toca sufrir. Pero hay un factor nuevo que puede hacer campeón al Real.

Se ha pasado del cabreo general de la plantilla contra casi todos a formar piña al menos con su entrenador. Hubo un momento en el que fueron conscientes de que Capello iba a terminar la temporada sí o sí. En esas circunstancias, o aceptaban sus continuos cambios de criterio, sus manías, o dejaban que el equipo se desfondara, con el riesgo que conllevaba para muchos futbolistas a final de temporada. Se agarraron a una fe en la que no acaban de creer y el resultado es que se pueden encontrar con una Liga que le han puesto en bandeja los que tenían toda la ventaja. Pero eso no significa que algunos sigan sobrando y que el concepto futbolístico de Fabio sea aceptado por el Bernabéu. Sería peligroso olvidarlo.