El Málaga ya está en descenso. Las alarmas, que ya estaban encendidas desde hace mucho tiempo, se encuentran ahora al rojo vivo y a punto de estallar. Sinceramente, el Málaga ayer mereció algo más. Un empate como mínimo. Pero vuelve a perdonar y demostró que sus delanteros están gafados. Además, la suerte, como en todos los factores de la vida, influye. Y este Málaga ha caído en desgracia. Ya sólo falta encomendarse a todos los santos del mundo porque esto tiene muy mala pinta. Y lo que es peor, uno se hace la reflexión de si serán capaces los jugadores de salir de esta situación tan comprometida en la que se encuentran. O mejor, si tendrán la fuerza mental suficiente para no venirse abajo y salir del descenso.
Con la actitud mostrada en Zorrilla, pienso que no bajará, pero hay que ser más valiente y marcar, porque si no, me da la sensación de que la Segunda B está cerca. El sábado, nuevamente, la afición volverá a dar un ejemplo de malaguismo. Y con su apoyo espero que los tres puntos contra el Lorca se queden en casa. Los futbolistas saben lo mucho que se juegan y a buen seguro que no defraudarán absolutamente nadie. Habrá que recluirlos por la Semana Santa. El Málaga es un sentimiento. Volveré.